Domingo II de Pascua (Jn 20,19-31)

Dice el Papa Francisco: “También nosotros como Tomás, con nuestros temores y nuestras dudas, nos reconocemos frágiles. Necesitamos al Señor, que ve en nosotros más allá de nuestra fragilidad, una belleza perdurable. Con Él descubrimos que somos valiosos en nuestra debilidad. En esta fiesta de la Divina Misericordia el anuncio más hermoso se da a través de Tomás, el discípulo que llegó más tarde. Sólo él faltaba, pero el Señor lo esperó. La misericordia no abandona a quien se queda atrás.”